miércoles, 7 de agosto de 2013

Que nunca se te ocurra llevarle la contraria

 -Mamá, mamá, ¡mira cómo bailo!
-Macarena por dios estate quieta que te puedes caer.
-Pero mamá- suplicaba Macarena con voz triste- soy una niña, si me caigo ya me levantaré.
-Pues ya que eres capaz de realizar esa reflexión deberás ir reflexionando que en la vida hay unas normas y unas reglas, una de ellas es obedecer a tu madre, y si tu madre te dice que pares, paras y que nunca se te ocurra llevarle la contraria - Zanjó así Laura la conversación.

Que nunca se te ocurra llevarle la contraria, que nunca se te ocurra llevarle la contraria. Aquella frase retumbó en su cabeza desde aquel día hasta el presente.
Que a Macarena le hubiese gustado cursar extraescolares como gimnasia rítmica o dibujo a nadie nunca le importó, que hubiese querido ir a los campamentos del pueblo al que iban sus amigas de clase a nadie nuca le importó, que el sueño de su vida hubiese sido estudiar Bellas Artes a nadie nunca le importó. Porque Macarena tenía que convertirse en la mujer de provecho que todo buen partido quisiera por esposa, y para ello debería cursar estudios en el conservatorio, viajar al extranjero los veranos a aprender idiomas y estudiar medicina.

Que nunca se te ocura llevarle la contraria, que nunca se te ocurra llevarle la contraria, que nunca se te ocurra llevarle la contraria… Ante aquellas palabras que de repente retumbaron en su cabeza, con más fuerza que nunca, volvió en sí. Miró la hora, las 18,30, llevaba dos horas en trance, realizando un repaso mental de su asquerosa y perfecta puñetera vida; y fue entonces, en ese momento, a la orilla de la piscina, entre el artículo de El Bueno y las risas de los niños, cuando decidió que era el momento de cambiar.

 Recogió sus cosas, no iba a llegar, le esperaban a cenar y ya solo quedaban unas horas para celebrar su cumpleaños. Llegó a casa antes de lo previsto, al entrar, la oscuridad y de repente…. 


¡¡¡¡SORPRESA!!!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario