jueves, 29 de agosto de 2013

El Podio de las Maldades


Hoy, como la mayoría de mis viernes, me dirijo a la oficina y mientras tanto, me dedico a reflexionar sobre este mundo astroso en el que vivimos.

Junto con los cotilleos y la corrupción, las etiquetas, están en el podio de las maldades.

Es algo de lo que no se salva nadie.
Nos gusta criticar, etiquetar, tachar, forma parte de nuestra anatomía.

Desde niña, me acompaña una lista interminable de los motes e insultos más deleznables. He de reconocer, que algunos de ellos eran ingeniosos, cosa que me consuela teniendo en cuenta que cualquier pelusa tendría más capacidad mental que el inventor de dichos improperios.

Cuando una es gorda ha de soportar desacreditaciones varias por el siempre hecho de serlo.

Que tu trabajo sea impecable, que te esfuerces por hacer malabares con la moda o que seas la persona más solidaria del mundo son solo cualidades que servirán como apellido al nombre con el que te hayan bautizado.

Los viernes se caracterizan por un revuelo atípico en la agencia.
Las asistentes y secretarias cotorrean sin cesar mientras atestan sus venas con cantidades ingentes de cafeína, sin una pizca de azúcar, obvio.

Al abrir la puerta una bofetada de aire fresco me golpea, cosa que agradezco teniendo en cuenta la temperatura sahariana del exterior.

Avanzo por los pasillos bajo la atenta mirada y el continuo rumor de "las etiquetadoras"

"Fijaos, allá va Sofia la bola de sebo"

Hoy la mantequilla forma parte de mi maquillaje y todo me resbala, ninguna vida vacía va a conseguir estropearme el día, ninguna etiqueta va a descomponer este viernes que se antoja perfecto.




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